Y
llegó el día...Llegó el grandioso día de Coronación. El día tan esperado por
muchos, que tantos años habíamos ahnelado. Allí estabas Tú, Esperanza, en medio
de la Iglesia, entronizada en tu paso de palio, rodeada de astromelias, al fin
recordé el nombre, que perfumaban y daban color a tan precioso día. En tu mano
una flor blanca, por ser un día glorioso, atrás quedaba el pañuelito blanco para secarte las lágrimas
que cada Jueves Santo luces. Por la mañana fui a verte a tu Iglesia, que era
una fuente de luz, pues no había más Sol que el que tu cara desprendía. Mira
que estabas bonita, hasta sin corona estás preciosa. Allí estaba a tus pies la
presea, portada por ángeles, que el gran Marmolejo labró con cariño, y que
Estepa entera, fruto de sus donaciones, quiso hacerte entrega, por ser Reina y
Madre de Nuestro Pueblo. El palio verde y oro relucía como nunca, con cuánto
amor días antes habíamos limpiado la plata, no dejando ni una mota que pudiera
empañar tan noble metal. Y yo es que vivía esos momentos como si fueran únicos,
pues en los ensayos de costaleros hasta me subí arriba del palio, para hacer
peso como se suele decir. En verdad eran momentos únicos, pues una Coronación
es algo que sucede una vez en la vida, es quizá el mayor rango y título que
puede dársele a una Imagen de la Virgen.
Cuando
iban llegando las 4 de la tarde, el nudo en la garganta empezó a hacerse notar,
ya estaba todo preparado, no había vuelta atrás, la Esperanza iba a ser
Coronada en corazón de Estepa, y entonces la lluvia, la maldita lluvia hizo su non grata presencia.
Así
fue, si nervios había, peor se pusieron, porque, ¿quién iba a imaginar que aun
a principios de septiembre, pero aún en verano, le diera al cielo por llover?
Pues unas gotas cayeron, que gracias a la Santísima Virgen duraron “ná y menos”,
pronto salió el sol y a las 6 en punto, cruzaste el dintel de los Remedios, a
la vez que la recién estrenada Agrupación Musical tocaba el Hinmo.
Las
mantillas blancas y negras, pues era día glorioso, empezaron a ver la luz, qué
de mujeres guapas quisieron acompañarte en tu recorrido hacia el altar, detrás
de la Cruz de Guía que abría el camino hacia la Plaza del Carmen.
Y
qué bonita ibas en tu palio, con el Sol ya dándote en la cara, y sin corona. Y
sin música, pues hasta que no fuera colocada la Corona, no habría música que
valiese.
Al
pasar por la Asunción te esperaba San Pedro, que creo más bien que fue el que
antes nos había dado el sustillo de las gotas, pues quería hacerse notar y como
bien decimos aquí, “quiso echar sus lagrimitas”. Te volvieron hacia la Patrona,
que por ese día te cedió la vara de Alcaldesa y Patrona, para que fueras Reina
del Pueblo.
Y
casi sin pensarlo, casi en un suspiro, te plantaste en la rampa de Mesones, como
si de la Puerta del Cielo se tratase, que daba acceso al Altar que te llevaría
como bien dijo alguien, a esa “catedral efímera” que se había montado en la
Plaza del Carmen.
Con
qué mimo te subieron por la rampa, al son de la Coral de San Sebastián que tan
bien interpretaron los cánticos.
Ya
estabas Esperanza en al Altar, ya sí que no había vuelta atrás, allí en medio
del Salón, donde los balcones eran hervideros de gente que no quería perderse
ni un ápice de lo que ocurriese a continuación.
Pronto
comenzó a oírse Estepa a Ti, Virgen de la
Esperanza, dando comienzo al Pontifical de Coronación.
Se
leyó el decreto de la Coronación, por nuestro querido y ya desaparecido Don
Manuel Santos, así como la predicación del Señor Arzobispo, que nos habló de la
Esperanza, transmitiendo así sus palabras a todos los que nos encontrábamos
allí.
Llegó
el momento Esperanza, Don Carlos bendijo la Corona y poco a poco fue subiendo
la Escalera que conducía a tu palio, donde aguardabas impaciente.
Como
si de una señal del cielo se tratase, cuando colocaron la Corona en tus
benditas sienes, todas las campanas de Estepa, al unísono quisieron repicar y
elevar sus plegarias para hacer saber que la Madre de Dios recibía la Corona
del pueblo de Estepa.
La
Esperanza estaba Coronada.
Cuántos
sueños se vieron cumplidos, cuántas alegrías, cuantas lágrimas derramamos, como
nos acordamos de los que ya nos estaban…como recuerdo ese momento…
Tras
el Pontifical, la Reina de la Esperanza Coronada, se elevaba al cielo por los
30 corazones que llevaba debajo, en una primera levantá que el Señor Arzobispo
tuvo el placer de tocar el martillo.
Pero
aún quedaba lo mejor, horas y horas al lado tuya, Esperanza, cuando empezaste a
bajar la rampa del Carmen, a los sones de otra Carmen, la de Salteras, la Banda
que cada Madrugá va tras el manto de la Reina Macarena, y que ese día te
ofrecía su música. Cómo sonaba la banda Dios mío, cuántas y cuántas petaladas a
tu paso, en ese glorioso día, no me hartaré de decirlo.
Cómo
tu pueblo se entregó a Ti, sintiéndote Reina, haciéndote Esperanza…
Pasaste
por sitios antes desconocidos para Ti, como Plaza Vieja, pues la Esperanza
quiso visitar cada rincón de Estepa.
En
las Hermanitas de la Cruz, las monjitas cantaban como los ángeles los cánticos
más bonitos que sabían, mientras Sor Ángela miraba atenta, como te mecías al
son de las voces.
En
calle Cristo de la Sangre todo fue un aguante de respiración ante tan estrecha
calle, pero Ella pasaba besando los balcones con sus bambalinas.
Llegó
a la Coracha donde la Esperaba Santa Ana y la Virgen del Rosario, que te
ofrecieron una salva de cohetes, y mientras virabas a Valdeabades, te
despediste del Barrio Mondonguero, ahora quedaba la mejor parte, la Esperanza en
su barrio…
Con
pena escribo las siguientes palabras, pues yo sólo era un chiquillo de 12 años,
que como tal, necesita sus horas de sueño, y el cansancio me venció en los siguientes
tramos de calles como Humilladero, y la llegada al LLanete, por lo que no tengo
datos de la Virgen a su paso por estas calles.
Cuando
llegaste a Toril, te esperaba la Tuna, que ese día te hizo la mocita más guapa
que había en Estepa.
Te
subieron por Alcoba, recorriste Roya y San Marcos, y por Gilena, el Sol del
amanecer te daba en la cara.
Al
fin entraste, Esperanza, tras 15 horas en la calle, en tu casa, donde ya
volvías con tu Corona de Reina y demostrabas así en cariño que Estepa te tiene…
Me
acuerdo de 90 corazones que te llevaron, entre ellos mi padre, que tras 10 años
debajo decidió que era hora de retirarse, me acuerdo de las bandas, las flores,
las gentes, los actos, pero sobre todo de Ti, ESPERANZA.
Que
sean 10 y muchos años más.
Estas
líneas no bastan para resumir una vida entera a tu lado…
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